Protección

lunes, 8 de diciembre de 2014

Confesiones que se irán conmigo al olvido

Existen esos pensamientos que quieres decir pero sabes que están mejor dentro de ti. Explicaciones que no sirven sino para empeorar las cosas y destruyen el sentido de tus actos.

Esta es una de ellas. La escribo aquí porque quiero sacarla de mi cabeza, no para que lo lea nadie, sé que no lo harán. 

Siempre supe en el fondo de mí que, por mucho que quisiera, yo no era lo que te haría feliz, ni lo que buscabas. El problema es que ni tú misma lo sabías (ni sabes) y por eso me permitiste vivir una fantasía contigo. Hemos tenido momentos malos, momentos muy buenos... pero han sido eso, momentos, vivencias que hemos tenido juntos y que van a estar ahí para siempre, para bien o para mal. Sabes perfectamente que siempre he pecado de idealista y que exijo demasiado, a mí y a los demás. Y que mis miedos e inseguridades me hacían buscar cualquier excusa para desconfiar, para pensar que todo lo malo vuelve a ocurrir.

En estos meses de verano pude pensar y reflexionar mucho. Me di cuenta de que ibas a estar mejor sin mí, pero yo era incapaz de dejarte, no podía hacer algo que no quería. Así que hice el juego más simple, provoqué que me dejaras tú a mí. Con tu conciencia tranquila y con la serenidad de saber que has hecho lo mejor para ti misma, sin arrepentimientos. Me bastó una noche para sacar de mí lo que más odias, todo a la vez, te harté, colmé el vaso y te dije sin rodeos lo que quería que hicieras.
Seguramente es de las cosas que más me ha costado hacer, pero no me arrepiento, sé que es lo mejor para los dos.

Tampoco sabía qué iba a pasar, ni cuándo lo ibas a hacer, ni cómo... Y es esto último lo que me rompió por dentro. Dentro de todas las situaciones imaginadas jamás pensé que un "al verte no he sentido nada" entraría en escena, ni una mala repetición de todos esos miedos que siempre quise apartar de mi cabeza. Pero así fue. Es lo que buscaba, pero fue mucho peor de lo que podía imaginar.

Algo parecido sucedió cuando te di el libro que tanto tiempo había guardado para ti. Quería hacerlo y lo hice pero, esta vez al revés, no esperaba una reacción tan buena. Me asustó la idea de no saber cómo llevar la nueva relación. Para ser sincero ni quería pensar. Así que volví a hacer algo similar, para dejarte completamente convencida. Saqué esas perlas que sé que tan poco te gustan para que se te fueran todas las ganas de hablarme. Sí que había cambiado, y estaba mejorando mucho. Pero no estaba preparado para afrontar lo que pedías. Quería curarme sin lo que provocó la herida a mi lado. Y sé que tú también ibas a estar mejor sin pensar en cómo estaría yo o si habías actuado mal en algún momento.

Yo ahora soy una persona nueva y liberada, he avanzado a pasos agigantados, dejando atrás los lastres que me impedían alcanzar mis metas.

Espero que tengas fallos para no volver a cumplirlos, que crezcas como persona y encuentres un camino que te llene, no que sólo ponga parches. Si quieres estar completa busca gente llena.

Espero que nunca cambies lo mejor de ti.

Yo a veces lo hice y me arrepiento. Pero es lo único, de todo lo demás no lo hago. Miro al pasado y tomé mis decisiones por lo que sentía en el momento. Hoy lo haría todo muy distinto, ya no soy la misma persona, pero de nada sirve arrepentirse. Guardaré siempre esos momentos que me hicieron comprender mejor la realidad, que me despertaron, todos aquellos en los que fui feliz de la forma más sincera y auténtica.
Pero también guardaré, en especial, los malos. Porque me han hecho cambiar, ser consciente, realista y saber lo que quiero, siendo consecuente con ello. Ahora soy más como quiero ser y me siento bien conmigo mismo, que es lo que me importa. Lo demás, si tiene que venir, vendrá después y solo, no forzado.


Termino está confesión como siempre hice durante más de dos años. Diciendo que te quiero, de una forma muy diferente, pero lo hago. Y que espero que mi última decisión sea la mejor que pudo tomar alguien por ti, aunque nunca sepas que la tomé.

Y, sobre todo, recuerda siempre:


sábado, 13 de septiembre de 2014

Un nuevo camino



Hoy es uno de esos días en los que pongo todo del revés. Tanto es así que aquí estoy, escribiendo para mí mismo, como si nada hubiera pasado en año y medio.

Eso es, precisamente, lo que me aterroriza. ¿He cambiado? ¿O es quizás un espejismo? Otra de mis múltiples caretas que a lo largo del tiempo he ido confencionando con mimo, como un artesano.

Siempre he tenido la necesidad imperiosa de creer que todo se puede cambiar, que todo puede ir a mejor si te lo propones. Pero está claro que ese pensamiento no era más que un consuelo, un rayo de esperanza para confiar en que todo iría mejor.

Porque sí, me ha ido mejor, pero no es suficiente. He tenido suerte en un aspecto de la vida de los tantos importantes, el amor. Me he enamorado, he amado y he sido feliz como consecuencia de ello. Pero, como digo, no es suficiente. Ya de por sí es raro que una persona pueda amar a otra tan rota, tan podrida por dentro y sin unos cimientos en los que sustentar su futuro. Sólo puede ser si esa persona tiene también alguna de esas caracterísitcas. El problema viene cuando, por lo que sea, sólo esto no vale. Cuando necesitas algo más de lo imprescindible en la vida para ser una persona completa y realizada.

Es un grave error tener dependencia de una persona para estar bien, me puse una venda y creía que la herida ya no estaba.

Hasta que no consiga cerrar esa herida, no voy a poder ser feliz ni hacer feliz a nadie, por mucho que me lo hagan creer. Yo no soy más ni mejor que nadie. Soy, en realidad, una persona excesivamente simple. Pero me sé poner bien las caretas de la cultura, de la razón, de la inteligencia... Incluso puedo pasar por alguien que puede ser brillante. Qué fácil se engañan algunos. Aquel que está llamado a brillar siempre antes tiene algún destello.

Amor y sueños, qué bonitas palabras y qué columnas más volátiles e impredecibles. Si de verdad quiero reconstruirme, eso tiene que ser el techo, el colofón o lo más bonito del edificio. He mareado los conceptos y es hora de empezar de nuevo.

No tengo miedo a volver a empezar, me he redifinido tantas veces que no sé ni quién soy, cómo soy

Ahora bien, esta vez me da más vértigo pensarlo. No quiero reiniciarme yo solo, esta vez estoy acompañado y quisiera que me siga acompañando en este nuevo camino. No sé si lo conseguiré, no es mi decisión. Y menos con lo destructivo que estoy últimamente. Dicen que el amor es paciencia, sí que debemos estar enamorados entonces.

Lo único que está claro es que debo cambiar ya y no sé cómo voy a salir de esta, quizás por eso he vuelto aquí, para presenciar mi último gran cambio, recordar esa sensación de que todo iba a ir bien y a mejor. Porque hoy, no lo creo. Tengo el concepto, para la práctica necesito un milagro... otra vez.